En las últimas décadas la concepción sobre las imágenes ha evolucionado y nos ha cambiado los modos de percibir y hacer uso de la fotografía, convirtiéndola en parte de nuestro día a día. La fotografía como la conocíamos ha muerto y ha renacido con nuevos discursos para encarar la contemporaneidad.
Nos encontramos en una era donde los cambios de paradigmas están rompiéndose a menudo; las imágenes han pasado a ser parte de nuestro consumo diario desde que despertamos… lo primero que hacemos es ver nuestros teléfonos inteligentes llenos de mensajes, en su mayoría fotos, selfies y expresiones gráficas e imágenes que ilustran nuestra manera de sentir la
vida. Así nos vamos percatando como las fotos ya no tiene el mismo discurso que inicio en 1924, como un registro de la “realidad”. La fotografía se ha trasmutado y ha conseguido el poder de cambiarlo todo, flexibilizándose para que el usuario pudiera hacer no solo un registro documental, sino reflejar su
punto de vista, y hasta crear arte de ello, hacer un reflejo intrínseco de las culturas, mostrando lo que no habíamos visto antes.
Pero es a partir de los años 90 con el desarrollo de las nuevas tecnologías, la introducción de la era digital de la fotografía, puso al alcance de todos el poder hacer una foto de manera fácil y más interesante aún: poder compartirla de instantáneamente, transformando el modo de interactuar con los otros rápida y eficazmente sin importar la distancia, convirtiéndose en un modo de comunicación y descomunicación.
Las imágenes hoy nos estructuran la forma de ver y mirar, nos identificamos con estas representaciones al punto de contestar un quienes somos a través de los retratos que hacemos. Así nos abarrotamos de imágenes para expresar: lo que hacemos, lo que vestimos, lo que comemos, donde estamos, entre otros. La imagen se convierte hoy en una acción, una acción de cotidianidad, de inmediatez: “Existo en ese compartir de la imagen con el otro” quien la mira y reinterpreta, la construye. Es la era de la imagen como experiencia: es más fácil mostrarnos a través de una foto que puede ser tomada como decidamos, que puede ser retocada al instante, que puede ocultar lo que nosotros mismos no queremos ver, y mucho menos mostrar. La gran facilidad para hacer una imagen hoy, abre la posibilidad de introducir lo que queremos y como lo queremos, de construirnos a través de la mirada del otro y crear una identificación desde ella.
Antes la imagen era un soporte de memoria, una mediación entre el pasado y el presente. Ahora se estructura como el presente de la realidad circundante, influyendo en el proceso de comunicación entre dos o más. Las fotos hoy tienen el poder de transformar y transgredir, ya no son solo un documento, un recuerdo, una estética. Hoy tenemos imágenes fuertes, imágenes vacías, imágenes que inspiran, imágenes que informan, imágenes que nos representan aquí y ahora.
El problema de esta incesante creación de imágenes, viene a darse en su proceso de significación, no en la producción: Todos hoy "escribimos con las imágenes", pero no todas esas fotos que hacemos tienen contenido y de esto se trata... de hacernos conscientes de que expresamos en las fotos, de la artesanía del proceso creativo, de ponerle intención y el corazón en la mirada.
Evitar repetir y repetir imágenes causando una falta de originalidad, de desbordamiento, de calidad, de emocionalidad e intencionalidad.
RECICLADO DE IMÁGENES – COMPARTIR EN VEZ DE POSEER:
Hay que preguntarse: ¿Es realmente un problema la apropiación de la imagen cuando podemos darle un giro de sentido que conecte y cree de ella una nueva intencionalidad para que no se pierda entre el desbordamiento de las Imágenes que sobran? ¿Hace falta volver a hacer la foto emblemática de la torre Eiffel, o el ocaso en el horizonte?, ¿No es igual el plagio de re hacer la misma fotografía que millones de personas han hecho ya, o podríamos apropiarnos de ella y crear una obra que vivifique su sentido?
Joan Foncuberta en su libro “La furía de las imágenes” dice: "A pesar de que en el origen de toda imagen hay una intención, siempre es posible proyectar una segunda mirada, una mirada crítica que la reseantice y modifique su estatuto inicial. Esta segunda mirada actúa, por tanto, con este valor prescriptor: descubre y pone de manifiesto factores que de otro modo pasarían inadvertidos." Y ejemplifica este dilema con las obras de artistas como: Penelope Umbrico y Erik Kessels.
Hoy hay tantas fotografías que la imagen en si misma no sorprende, sorprende la mirada y su proceso de significación, la construcción del discurso, la poesía que podemos hacer de ella.
La inmediatez del proceso de revelado digital, causa un velado en la fotografía coetánea.
Y ¿que falta? Falta la ansiedad y el deseo, falta la incertidumbre, falta la espera; Les FALTA CALIDAD porque ha perdido su esencia de emoción, su proceso, su tiempo para madurar.
La invitación es a de detenernos por un momento, a contemplar el vacío, a que la experiencia nos encause y dejar que el tiempo madure el discurso, y así permitir, que sus emociones revelen la verdadera imagen. Quizás darnos cuenta que dicha foto, no necesariamente viene de nuestra propia cámara, sino de la re-interpretación de la emoción de una imagen que ya existía. Vivifiquemos la existencia de las cosas ya creadas, otorgándoles un nuevo propósito que nos re conecte con lo intimo y más humano.
El punto de inflexión ante esta proliferación de las imágenes es simplemente ¿que hacer con tantas imágenes? ¿Cuál es el fin último de la posibilidad que nos abrió esta era de crear a tal magnitud? , ¿Como evitar que se vuelva contaminación?. He ahí la apuesta de este “más allá de la fotografía”, de la postfotografía, de su reciclaje, su re utilización, del viraje y la finalidad que le demos... De crear a conciencia la imagen que falta.
Hay que rescatar lo singular de las imágenes que se ahogan en el intento de existir todas en un mismo tiempo.
En el programa de Psico Arte en función de la Postfotografía abordaremos estos temas para abrir debate, estudiando el origen de como la fotografía puede, y ha cambiado todo: desde como percibimos, lo que creemos y lo que queremos mostrar, lo que recordamos, la justicia, lo que anhelamos o deseamos, la cara del terrorismo, nuestra relación con las los objetos y espacios, lo social y sus jerarquías, la realidad misma…
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