Cuando de fotografiar se trata, algo del ser propio queda impreso en dicha imagen inevitablemente. Si bien una fotografía no cuenta una historia por si sola; es quien la ve, él que genera una interpretación a partir del punto de vista de quien la ha hecho.
Retratar entonces; se convierte en una dinámica comunicativa que trasciende la palabra misma. Es un intercambio a través del lenguaje universal de lo real de dos cuerpos que interactúan en un instante del tiempo que no volverá.
El modelo, que posa desde su singularidad, prestando de si su cuerpo, de repente se vuelve un espejo de las emociones del otro tras el lente. De ahí, la importancia tan radical cuando escogemos a quien nos va a fotografiar. Hay que tomar en cuenta que la ética y el tan mencionado "estilo" del fotógrafo, que se genera a partir de su origen, sus estudios, sus experiencias, sus intereses, sus referentes, sus valores y por supuesto sus emociones.
Ver su biografía, sus cuerpos trabajo (portafolio), su trato... Son todos detalles esenciales a considerar, para elegir nos va a fotografiar y para que (su intencionalidad). Recordemos que es desde su perspectiva de vernos, el como saldremos; nuestra imagen pasará a través de un campo subjetivo, sin retorno. En el arte no existe tal cosa como bello o feo, todo depende de la perspectiva. Pero buscar la conciencia del arte, de la imagen, de su origen y su intención nos dará el secreto para conseguir una obra a fin a nuestro propio ser.
Copyright © Corina Lopez De Sousa, 2017.