Cuando llegas a ese punto de quiebre de donde no se vuelve, y migrar se vuelve tu única razón, la incertidumbre despierta al espíritu aventurero, que no sin miedo, se va a explorar con el coraje de llevar a cuestas los vaivenes de tantos recuerdos y adioses que nunca se esperaron.
En pleno viaje la magia cobra vida, y los nuevos paisajes son poesía que respira la mirada como si de un mundo nuevo se tratase. Inmigrantes u ovnis que no saben de límites, que no ven puntos, ni rayas y a traviesan las fronteras del corazón y la imaginación en busca de una vida mejor.
Transeúntes planetarios es el recorrido de dos inmigrantes que perdieron su tierra, pero no sus sueños. Valientes o ingenuos despertaron una mirada como si de juegos de niños se tratase, recreando de cada imagen un cuento intrigante entre la realidad y la ficción de los nuevos paisajes. La melancolía inevitablemente invade el acto fotográfico, llevándose el color y haciendo presente una expresión intrínseca del recuerdo y la existencia de donde se pertenece.
CLD